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Entre febrero y octubre han cerrado cerca de 1.800 empresas del sector, mientras que las exportaciones a la Unión Europea, nuestro principal socio comercial, retroceden un 1,1%.
La industria de alimentación y bebidas muestra un impacto en sus resultados como consecuencia de la crisis provocada por el COVID-19. Así, el sector refleja un retroceso en la producción y la creación de empresas, mientras que mantiene un comportamiento estable en las exportaciones. Así se deduce del estudio elaborado por la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) y el Instituto de Estudios Económicos (IEE), con el apoyo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que refleja el efecto del COVID-19 sobre las principales magnitudes económicas del sector.
En términos de facturación, la industria de alimentación y bebidas ha sufrido una disminución estimada de 3.680 millones de euros desde el inicio de la pandemia el pasado mes de marzo.
La pervivencia de las restricciones para controlar la pandemia hace prever que la producción seguirá esta línea hasta final de año. FIAB estima que, para el conjunto de 2020, el valor de la producción alcanzará aproximadamente los 116.700 millones de euros, un 3,6% inferior a la cifra de 2019.
A consecuencia de este retroceso, en el mes de octubre de 2020 el tejido empresarial del sector ha contabilizado cerca de 1.800 empresas menos en comparación con el mes de febrero, una disminución del 6,8%.
“Teniendo en cuenta la presencia del sector en todo el territorio nacional, su especial contribución en las zonas con menores índices de renta por habitante y el efecto arrastre sobre el resto de actividades productivas, el retroceso en la producción supone un importante revés para la competitividad de la industria, especialmente para las empresas de alimentación y bebidas de pequeño tamaño, orientadas principalmente al mercado local y regional”, señala Mauricio García de Quevedo, director general de FIAB.
Aunque durante la crisis se ha producido un aumento del consumo en el hogar, este segmento no asume la caída experimentada en hostelería, debido al cierre de bares y restaurantes y a las limitaciones a la movilidad con la práctica paralización del turismo internacional. Mientras que en 2019 las ventas al canal HORECA alcanzaron los 20.900 millones de euros, el impacto de las medidas adoptadas por la crisis del COVID-19 arrojan unas pérdidas de entre un 50% y un 60% de las ventas de la industria para este canal con respecto a las de 2019, pasando a representar 9.200 millones de euros.
La actividad en el mercado exterior se mantiene por el efecto coyuntural del gran aumento de las exportaciones de productos del porcino a China. Sin embargo, las ventas a mercados internacionales como la Unión Europea, nuestro principal socio comercial, retroceden un 1,1%.
“La internacionalización es un pilar estratégico para el sector y para seguir creciendo, debemos resolver aquellas situaciones que están perjudicando a los productos españoles, como los aranceles en Estados Unidos y la aún incierta resolución del Brexit”, apunta el director general de FIAB.
Medidas para afrontar la recuperación del sector y la economía nacional
La industria de alimentación y bebidas muestra una clara tendencia de estabilidad que se ve reflejada en el comportamiento de los ERTE. Durante los meses de abril y mayo se alcanzó el mayor número de trabajadores del sector acogidos a esta figura, con un máximo de 45.800, lo que se traduce en un descenso interanual del 15% en términos de afiliación. Desde este pico, el sector ha ido recuperando empleo y se ha observado un descenso continuado hasta octubre, cuando se contabilizaron el 2,6% de trabajadores en ERTE.
Es significativo destacar que, desde el inicio de la pandemia, un total de 10.129 empresas del sector han recurrido a la financiación asociada a los avales ICO, con un total de 5.218 millones de euros otorgados. La utilización de estas líneas de financiación arroja un impacto directo sobre el valor añadido bruto de 2.081 millones de euros y un efecto directo positivo sobre el empleo de aproximadamente 35.000 puestos de trabajo.
Estas dos medidas han contribuido a paliar los efectos de la crisis, aunque FIAB destaca que es urgente seguir dotando de más herramientas para potenciar la competitividad del sector y recuperar las cifras consolidadas antes de la pandemia. Entre los retos a superar, se plantea abordar aquellas políticas que fortalezcan el tejido empresarial, para apoyar la supervivencia de las empresas permitiendo una política fiscal en la que puedan compatibilizar su estructura de costes con la de sus ingresos.
En el ámbito económico y fiscal, hay que aumentar, preservar y agilizar la provisión de financiación y liquidez a las empresas, vía líneas ICO, a través de diferimiento, aplazamiento y minoración de impuestos y cuotas sociales, así como mediante el aseguramiento de las operaciones comerciales. En cuanto al mercado laboral, la industria de alimentación y bebidas es clave en la generación de empleo estable y de calidad. Hay que trabajar en la prorrogación y flexibilidad de los ERTE, reorientar el mercado laboral a las necesidades productivas y profundizar en la formación.
Además, es necesario incentivar la demanda, entre otras medidas, descartando aquellos impuestos que penalicen el consumo y promoviendo la promoción en el mercado interior y exterior. En esta línea, hay que apoyar la internacionalización, especialmente de las pymes, perpetrando acuerdos que protejan los intereses del sector español impulsando la digitalización para la incorporación a nuevos mercados y canales de distribución, entre otros aspectos.
Además, FIAB destaca la coordinación estrecha de todas las políticas que redundan en la eficiencia y la mejora de la competitividad, respetando la unidad de mercado y la proporcionalidad de las medidas. Además, las políticas industriales deben acompañar el desarrollo de la sostenibilidad industrial y fomentar la inversión de la I+D+i aplicada al sector y sus industrias afines.