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El Decálogo para la alimentación sostenible en la Comunidad: Declaración de Gran Canaria 2016, es una guía para mejorar la sostenibilidad alimentaria en el planeta, promovida por la AEN, FIN, ULPGC-IUIBS-La Isla en tu Plato, SENC, IFMED, la ONG Nutrición Sin Fronteras y el CIBER sobre Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición.
Una treintena de expertos en nutrición, nacionales e internacionales, han redactado el Decálogo para la alimentación sostenible en la Comunidad: Declaración de Gran Canaria 2016, dirigido a mejorar la sostenibilidad alimentaria en todo el planeta. Una guía pionera en esta materia y de especial trascendencia global, desarrollada a partir de las conclusiones extraídas en las jornadas Alimentación, Nutrición Comunitaria y Sostenibilidad, celebradas a principios de abril en los municipios grancanarios de Santa Brígida y la Vega de San Mateo. Y promovida por la Academia Española de Nutrición (AEN); la Fundación para la Investigación Nutricional (FIN); la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, a través del Instituto Universitario de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias y el Proyecto La Isla en tu Plato; la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria; la International Foundation of Mediterranean Diet (Fundación Internacional Dieta Mediterránea); la ONG Nutrición Sin Fronteras y el CIBER sobre Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición.
El documento, además, ha logrado el apoyo de medio centenar de instituciones de todo el mundo, desde Asociaciones de Consumidores, Institutos de Investigación, Sociedades Científicas, Organismos de Naciones Unidas, ONGs y medios de comunicación especializados, que se han unido para poner de manifiesto la importancia de la Sostenibilidad Nutricional en el panorama alimentario actual. Aprovechando la celebración de la Feria Alimentaria 2016, un evento que reúne estos días en Barcelona a profesionales de la industria de la alimentación, bebidas y gastronomía.
“Este Decálogo nace de la necesidad de evidenciar ante el conjunto de la sociedad, los distintos elementos que inciden en la sostenibilidad de la producción y el consumo de alimentos a nivel comunitario”, explicó el impulsor del texto y Catedrático en Medicina Preventiva y Salud Pública por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Lluís Serra-Majem. “Elementos relacionados con la salud, el medio ambiente, la cultura o la economía, además del significativo impacto que causa la alimentación en el cambio climático”, enumeró el doctor Serra.
Asimismo, el documento, consensuado por especialistas de diferentes países y ámbitos de la salud, Medicina Preventiva, Ciencias del Mar, Medio Ambiente o el Turismo, hace referencia a la idoneidad de consumir productos locales y de temporada para reducir la huella ambiental y el consumo de energía que supone el transporte de mercancías; revalorizar las recetas tradicionales; comprar y cocinar en compañía de familiares y amigos; reducir los desechos y reciclar adecuadamente; o priorizar los alimentos vegetales, moderando el consumo de carnes, derivados y lácteos.
Entre otras recomendaciones, como la importancia de utilizar la biodiversidad terrestre y acuática de manera sostenible para garantizar su continuidad y mantener la variedad alimentaria; mostrar interés por la sostenibilidad y la equidad de los procedimientos agrícolas, ganaderos y pesqueros; disfrutar de la convivialidad y el placer de la comida, con equilibrio y moderación; y tener presente la Dieta Meriterránea como uno de los ejemplos más destacados y emblemáticos de alimentación saludable y sostenible, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
El Decálogo para la alimentación sostenible punto a punto
1. Elige y come alimentos de proximidad. Escoge productos del territorio en mercados locales.
El transporte de los alimentos desde lugares remotos a sus puntos de consumo representa un componente importante de la huella ambiental de la alimentación, fundamentalmente por el consumo de energía y su consiguiente contaminación. Además, la compra de productos locales en mercados locales incide positivamente en la economía y desarrollo local, en la reactivación del entorno rural y en la protección del paisaje y los ecosistemas.
2. Consume alimentos de temporada, preferentemente.
Los alimentos de temporada respetan las estaciones y las condiciones climáticas propicias, proporcionando productos con mejores características organolépticas y nutricionales. Además, los alimentos adquiridos en su temporada suelen ser más económicos y sostenibles.
3. Revaloriza alimentos y recetas tradicionales y locales.
La educación alimentaria es un elemento fundamental para la cultura e identidad de los pueblos y, por ende, la protección del patrimonio gastronómico y culinario en la comunidad debe suponer una prioridad para la propia sostenibilidad alimentaria.
4. Aprende a comprar y cocinar en compañía.
En familia o con amigos, el aprendizaje de unos hábitos alimentarios saludables pasa por conocer los alimentos, las técnicas culinarias y las habilidades básicas para comprar e incluso para producir los alimentos e ingredientes.
5. Planifica los menús y las compras. Intenta reducir los desechos, evita el despilfarro de alimentos y recicla adecuadamente en el hogar y en la comunidad.
La planificación de las compras y los menús debe obedecer a criterios de sostenibilidad: salud, medioambiente, economía y cultura. Por ello debe evitarse el derroche y el desperdicio que se genera a lo largo de toda la cadena alimentaria (productor, distribuidor, consumidor). Intenta reciclar adecuadamente tanto los desechos alimentarios como sus envases, practicando también la solidaridad alimentaria.
6. Prioriza los alimentos vegetales. Modera el consumo de carne y derivados y lácteos.
La producción de alimentos animales (sobre todo carnes rojas, derivados cárnicos y lácteos por procedimientos intensivos) produce una huella medioambiental mayor que la de los elementos vegetales (cereales, frutas, verduras, hortalizas, legumbres y frutos secos) especialmente por la mayor emisión de gases de efecto invernadero, mayor consumo de agua y recursos energéticos y mayor utilización de superficie terrestre. Además, tu salud lo agradecerá.
7. Utiliza la biodiversidad terrestre y acuática de forma sostenible para asegurar su continuidad.
La pérdida de biodiversidad durante las últimas décadas, tanto en especies vegetales como animales, puede comprometer la sostenibilidad del sistema alimentario mundial y llegar a comprometer la seguridad de los alimentos y deteriorar la calidad y variedad alimentaria. El consumidor, aunque tiene una responsabilidad menor sobre estos aspectos de la alimentación, debe ser consciente de su importancia y trascendencia de manera proactiva. Fíjate en la información disponible en el punto de compra y, si no la ves, pregunta.
8. Interésate por la sostenibilidad y la equidad de los procedimientos agrícolas, ganaderos y pesqueros.
La sostenibilidad es importante a lo largo de toda la cadena alimentaria (producción, transformación y distribución), tanto en productos animales como vegetales. El medio ambiente suele ser más vulnerable a la producción intensiva que a los sistemas tradicionales de producción, cría o pesca y, por ello, hay que fomentar los sistemas alimentarios armónicos y sostenibles.
9. Disfruta de la convivialidad y del placer de la comida, siempre con equilibrio y moderación.
Convivialidad y placer son elementos fundamentales del acto alimentario que le imprimen identidad; no obstante, estos deben combinarse con el equilibrio, la variedad y la moderación para evitar que lo lúdico y festivo se convierta en excesos y derroche.
10. La Dieta Mediterránea representa uno de los ejemplos más emblemáticos de alimentación saludable y sostenible.
La Dieta Mediterránea, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, representa uno de los modelos alimentarios más saludables, tradicionales y sostenibles del planeta. Su preservación y promoción no sólo tiene efectos sobre la salud y la calidad de vida de las personas y de la comunidad sino también sobre la salud de nuestro planeta. Deben fomentarse y desarrollarse acciones comunitarias que promuevan los patrones alimentarios saludables de proximidad ligados al territorio (terrestre y acuático), la cultura, la equidad y a la economía.